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CUERPO A TIERRA
Antonio Manilla

El camino más corto

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El mundo es ancho y diverso. Hay gente cuya fe religiosa les lleva a pensar que la lujuria es una nota al pie de página de la procreación y otros que hasta se preocupan por el sexo después de la muerte. No iría yo tan lejos como para decir que unos y otros están ligeramente obsesionados, pero desde luego les recomendaría que no se ocupasen tanto por ese asunto tan natural y reservasen esas fuerzas intelectuales para menesteres más carnales que el pensamiento filosófico o experimental. La vida, por muy larga que a veces se les haga a algunos, siempre es corta. Para qué recorrerla por trochas empinadas o repletas de curvas, cuando hay atajos. Sobre todo, porque el camino más corto entre dos puntos no es la línea recta, sino la cuesta abajo.

Ese pragmatismo se echaba bastante en falta en los discursos leonesistas. Por un momento, parecía que el leonesismo de perfil del alcalde socialista de León, para cuyo partido, de ámbito estatal, estos asuntos no pueden ser sino transversales, ponía algo de cordura en las reivindicaciones, firmes pero aferradas a la realidad y no a la utopía. El espejismo se deshizo, como un azucarillo en el café, en cuanto los medios de comunicación nacionales dieron la oportunidad de sus quince minutos de fama al tema. Ahí comenzaron a reverdecer las contradicciones o, por mejor decir, la carencia de un objetivo mancomunado y tangible. Que si León y Asturias, el Bierzo provincia (no sé si con su capital en Villafranca e incluyendo a Barco de Valdeorras, como entonces) y que viva el «Zalipoco» (Zamora Libre por Cojones). Un sindiós en el que hasta encontraron altavoz y opinaron políticos a los que hacía mucho tiempo que no les escuchaban ni en casa.

A lo que se aprecia, con objetividad, el leonesismo es una fruta que aún no ha logrado madurar, pese a llevar cuarenta años colgando de la rama. Hemos pensado —y así lo hemos escrito— que la situación había dado un giro, dejando en retaguardia lo emocional para centrarse en los fríos datos de una nefasta y discriminatoria administración para León realizada desde la Junta, hasta el punto de haber convertido el leonesismo en un asunto de mera defensa propia. Seguimos considerándolo así, pero a vistas del guirigay, si alguien nos pidiese un consejo, repetiríamos el de siempre: concreción, concreción y concreción. No hay mejor camino que el camino más breve.