Diario de León

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Dramática e inenarrable se muestran las devastaciones en tantos lugares de Levante y la Mancha donde la dana hiela cualquier comentario, sobrecoge todo ánimo y deja sin palabras ni consuelo a tanta familia rota... muerte visitando alcobas, hogares barridos de un plumazo, arrastre destructor por doquier, desolación general. El agua es peor que el fuego si se alía con el desmán. ¿Dios lo quiere?, ¿Dios lo permite?, se preguntaba una anciana en una residencia con el agua a las rodillas (cuando pueda volver a la capilla, se va a enterar la divina potestad y hasta es posible que se dé de baja en la fe, esa cara puso ante la cámara).

Y tan repentino como se presentó el jarrear criminal, otra riada de listos comenzó su asolar en medios y redes, un perfecto aluvión de cagasentencias con recetas y análisis: «todo esto pasa porque las confederaciones se niegan a limpiar los cauces fluviales» (¿y aliviándoles algo de broza detendrían la furia de todos los hectómetros cúbicos que bajan escopetados y esparramándose?)... «nadie negará ya que el cambio climático es el responsable» (¿también de las devastaciones de 1957 o cuando reventó la presa de Tous?; sin duda la modificación climática colabora, pero no es la única razón)... «deben talarse árboles y matas de los cauces para que su arrastre no obture ni colapse puentes interrumpiendo un correcto alivio de las torrenteras» (majadera conclusión que insiste en convertir en canales los ríos cuando un correcto arbolado es precisamente lo que refrena la furia de las aguas desmadradas aminorando daños, lo que lleva a los expertos a plantear y urgir la renaturalización de nuestros cauces fluviales, los ríos acosados y las márgenes invadidas, si es que no urbanizadas o urbanizables; ¿es que no se dan cuenta de que hoy las riadas arrastran más coches y contenedores que árboles atascando salidas y puentes?)... Se aconseja a la riada de cagasentencias que antes de hablar pregunten por el programa holandés «Room for the river», una habitación para el río, un sujetarlo algo para que no salga al pasillo a devastar por la cara.

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