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Conservo bastantes amigos en la radio y televisión pública. Hay allí profesionales de gran talento, pero muchos de los cuales no lo pueden demostrar, por la perniciosa costumbre de encargar a productoras ajenas lo que, con menor costo y mucha más inteligencia, podría llevar a cabo el llamado ente con su valioso personal.

Y, el pasado miércoles, tuvo lugar una de esas acciones que demuestran, no ya la falta de sensibilidad de los políticos y su ombliguismo político, sino la pavorosa ausencia de sentido común. Con tantos asesores de nómina mensual, con tantos jefes de gabinete ¿Nadie supuso la barbaridad que se iba a cometer? Pues se cometió.

A medida que los números de muertos, en la catástrofe de la dana, aumentaban, el tono de los diputados iba bajando decibelios, hasta que Bendodo, del PP, pidió que se suspendiera la sesión. Algo de estupor en las filas de secesionistas, comunistas y socialistas, pero el medio centenar de cadáveres iba camino de llegar al centenar, y pareció que se imponía el sentido común. Pero, claro, es ese el menos común de los sentidos, y el Frente Popular decidió que el control al Gobierno se suspendiera —¡miel sobre hojuelas!— pero decidieron que no se suspendiera el inaplazable nombramiento de los futuros consejeros de Radio Televisión Española. Por si fuera poco, entre los nuevos consejeros nombrados por el totalitarismo de Pedro I, El Mentiroso, no hay ningún profesor de alguna Facultad de Ciencias de la Información, ningún antiguo director de medios, ningún periodista de prensa, radio o televisión. Y es que no son consejeros, van a a ser comisarios políticos que socialistas, comunistas y secesionistas.

Menos mal que estos partidos, totalitarios por sus hechos, nos van a vigilar y a regenerar a los que escribimos en medios libres. ¡Ah! Y de las modestas dietas de los antiguos consejeros, se va a pasar a sueldos sustanciosos para los nuevos consejeros. Perdón: comisarios políticos.