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AL DÍA
 José M. de Areilza

Europa solo pierde con Trump

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Con frecuencia se escuchan estos días voces europeas que no ven mal la posible victoria de Donald Trump. No son solo las opiniones de sus seguidores anti-globalistas en la extrema derecha repartida por el continente, sino de personas bien pensantes, que tal vez intentan poner al mal tiempo buena cara. Su principal argumento es que Trump, dispuesto a debilitar la Otan y exigir un esfuerzo hercúleo a muchos países europeos para que aumenten la inversión en defensa, realmente nos hará un favor. Los habitantes de la UE somos incapaces de adquirir rápidamente capacidades en seguridad y defensa por nosotros mismos, a pesar de vivir en un mundo y una vecindad cada vez más peligrosos. Por eso, siguen razonando, necesitamos un shock externo (la invasión rusa de Ucrania no ha sido suficiente), como el regreso a la Casa Blanca de un presidente aislacionista y con tics autoritarios. Esta línea argumental es un error mayúsculo. El deseo que mueve a Trump a presentarse a las elecciones de nuevo, esta vez con 78 años, es el ajuste de cuentas. Ya no es un político impredecible ni ignora cómo funcionan los resortes del poder. Quiere ampliar la influencia del poder ejecutivo, purgarlo, financiar el presupuesto con subidas de aranceles y deportar a once millones de inmigrantes sin papeles. En el plano internacional aspira a repudiar las alianzas, bloquear las instituciones multilaterales que gestionan el comercio o la salud global y salir de los acuerdos sobre el medio ambiente. Le da igual que la humanidad corra un riesgo existencial si Estados Unidos no asume su responsabilidad. Trump no respalda la integración europea, sino el Brexit y su amigo en Europa se llama Viktor Orbán, el caballo de Troya de Moscú. De hecho, el magnate neoyorquino admira a dictadores como Vladímir Putin. Está dispuesto a recompensar la invasión de Ucrania forzando una partición del país. La inestabilidad que crearía en la frontera este de Europa sería muy difícil de gestionar. Finalmente, en los países del Sur Global, en los que se va a decidir la actual confrontación entre Occidente y China, el argumento de que Estados Unidos es un desastre cobraría todavía más fuerza. Los experimentos con gaseosa, por favor, y no poniendo a la Unión Europea al borde del precipicio, a ver cuál es el desenlace.