Diario de León

CUERPO A TIERRA
Antonio Manilla

Turistificación

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El autorretrato con agua al fondo del apresurado turista pendiente de las redes sociales, a partir de ahora, va a costar dinero. Así lo ha declarado la autoridad romana, que impondrá un tributo de entrada a la escalinata a los pies de la Fontana de Trevi, de modo que quien quiera lanzar la moneda del regreso a la capital del mundo antiguo deberá pagar por ello. Las razones que aduce el municipio son gestionar el flujo de turistas y de esa manera proteger el monumento barroco. Para ello, implementará azafatos que regulen el tráfico de visitantes. Pero más que estas razones, nos parecen importantes las causas que han conducido a ellas: la turistificación del centro histórico que, literalmente, «pone en peligro los pequeños negocios de barrio y los talleres artesanales». En consonancia, una parte de la recaudación se empleará en ayudarlos a sobrevivir. La célebre sensibilidad italiana no deja de lado los latidos que mantienen vivo el corazón de los barrios, que allí se llaman «quartieri», o «rioni» si son muy antiguos. Es decir: se preocupan también por los habitantes que hacen la ciudad al vivirla, procurándoles medios para que sigan haciéndolo, a pesar del turismo que, como en todos los sitios con cierto pasado a sus espaldas, va asediándolos. Una protección elemental frente al vándalo morir de éxito de la curiosa masificación que inunda los centros históricos. La lección de Venecia, donde apenas hay población autóctona en cuanto cae la noche, es de suponer que la han tenido en cuenta como ejemplo de lo que había que evitar.

De momento —hoy podemos contemplar gran parte del mundo desde nuestra casa a través de las webcams—, un gran vallado impide el acceso y se ha puesto una pequeña plataforma alejada de la fuente. Si esa fuera la solución definitiva, que acaso no lo sea porque toda Roma está en restauración ante la inminencia del Jubileo del año santo, a uno le parece que lo que es la visita romántica al monumento irá decayendo poco a poco, ya que además se proponen evitar el lanzado de monedas a su poza, planteando una especie de cepillo como alternativa. Habrá que seguir la evolución, pero desde luego nos quedamos con la intención primera, que es, además de proteger el monumento, luchar de una forma activa contra la gentrificación del centro histórico. A nuestros concejales aventureros, que tanto se inspiran en los viajes, igual les convenía copiar algo.

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