Ciencias de la Información
A los chavales que estudian Periodismo les están metiendo muchas tonterías en la cabeza. Quizá incluso les sigan poniendo en clase la película ‘Todos los hombres del presidente’, como si hoy lo guay fuera ser Woodward o Bernstein y no el tipo que al mismo tiempo le estaba escribiendo columnitas elogiosas y exculpatorias a Nixon. Parece que las cosas no cambian pero la realidad es que hoy es radicalmente distinta en las redacciones de los medios de comunicaciones y es posible que en las facultades de Ciencias de la Información no se han enterado. O cambian ya los planes de estudio o estamos condenando a la miseria a una generación entera.
Queridos niños: si un periodista quiere triunfar en esta vida presente a la que nos enfrentamos la verdad es que tiene que coger un partido político, el que sea, agarrar sus pompones y ejecutar esos bonitos ejercicios gimnásticos que se ven en las películas americanas: «Dame una P, dame una E, dame una D, dame una R, dame una O... ¡Peeeeedro!» También vale todo esto para personajes con Feijóo o con Ayuso, es cuestión de colocarse en las tertulias más pingües repitiendo sin flaquear las consignas semanales. Se trata de un trabajo descansado porque le evita a uno pensar y ese ahorro de cerebro no solo es ecológicamente sostenible, sino bueno para reducir las migrañas y los lumbagos. Con las primeras gotas de la tormenta, por ejemplo, uno ya sabe si la culpa es de Sánchez o de Mazón.Ser periodista tipo Woodward, sin embargo, es un engorro y solo aboca a la melancolía y a la intemperie. Esto los chavales lo tienen que asumir. No diré que siempre resulte sencillo convertirse en escudero: hay que esforzarse mucho en el halago porque estos caballeros (y damas) andantes son de ideas movedizas, lo que exige unos contorsionismos de gran dificultad técnica. La ventaja es que si uno persevera y se lanza sin timidez al ditirambo entusiasta puede acabar incluso sentándose en un sillón de RTVE, que son muy cómodos.