La 'era woke' ha muerto: arrasan los 'trumposos'
Ha muerto la 'era woke' y regresa la 'era trumposa'. Coincido en alguna tertulia televisiva con(tra) algunos sedicentes especialistas en los Estados Unidos -el todismo todo lo abarca- que exculpan por completo los desmanes del recién elegido presidente de los Estados Unidos, y se regocijan de que lo woke, representado por Kamala Harris, haya muerto. Me quedé solo en la defensa -tibia, pero defensa al fin- de lo woke, asociado con movimientos progresistas que buscan la justicia social y la equidad, el fin del racismo, de la violencia de género y poner coto a todo eso que caracteriza la bajeza moral que nos anega en este fin de una era.
Sí, ya sé que los defensores de lo woke se han pasado muchas veces de la raya: el buenismo es, en ocasiones, enemigo de la auténtica bondad, y, como decía Talleyrand, lo excesivo conduce a lo irrelevante: quizá Harris y los demócratas biempensantes se hayan pasado en su defensa de aquellos valores que siempre han sido conculcadas por los 'trumposos'. Pero lo que no puede ser, y alguno de mis interlocutores lo hizo en la tertulia de la que hablo, es justificar el soborno a una prostituta a cambio de su silencio diciendo que eso es 'vida privada' y que criticarlo es 'puritanismo'. Lo siento, pero Trump es un delincuente, y leo hoy un titular que se pregunta, textualmente: "¿puede Donald Trump ir a la cárcel una vez elegido presidente?". No sé si cabe mayor disparate que normalizar el hecho de que alguien así se convierta, desde la Casa Blanca, en el hombre más poderoso del mundo, Elon Musk mediante.
Nos hallamos ante una inversión de los valores clásicos: mentir es algo -lo advierte el 'bestseller' Yuval Noah Harari- que ya no es condenable, y por supuesto que no me estoy refiriendo solamente a Trump y sus 'trumposos' ni me circunscribo solamente a los Estados Unidos. Mientras que, por el otro lado, declaramos que las aspiraciones nobles, quizá degradadas cuando se convierten en un 'ismo', como el wokismo, están caducas, ya no convencen a los ciudadanos-electores, a esas clases medias que desertan de los valores clásicos, probablemente hartas de que aireen ante sus narices presuntas superioridades morales.
Me produce escalofríos pensar que lo que yo considero lo peor de nuestros representantes en la Tierra, desde Putin hasta Milei, desde Netanyahu hasta Bolsonaro, sienten que, con Trump, han triunfado también ellos. Y no, no olvido al húngaro Orban, que este viernes clausuraba 'su' presidencia de la UE con una 'cumbre' en Budapest a la que inexplicablemente decidió no asistir Pedro Sánchez, que, me temo que solo por razones demagógicas -él ya no tiene por qué dirigir personalmente los trabajos de reconstrucción en Valencia-, declinó asistir a este importante Consejo Europeo tras la victoria de Trump. Ya sé que a Sánchez no le gusta Orban (a mí tampoco) pero hay obligaciones que un jefe de Gobierno ha de cumplir, aunque sea tapándose la nariz...
Lo woke puede ser exagerado, incluso con un punto de cursilería. Pero eso es mejor que construir muros para que no pasen los inmigrantes, aranceles para que no pasen los productos de los demás y mucho mejor que la indiferencia ante las patentes violaciones que contra el sentimiento humanitario se dan ahora en tantas naciones. La era woke ha muerto, viva la era woke. Sospecho que, pese a todo, la echaremos de menos.