león en verso
Hillbilly, blanco y pobre en León
No conviene ponerse ahora en plan exquisito, ni revisionista, pero no era Nueva York aquella localidad devota de San Guillermo en la que a los alumnos del entorno que llegaban al colegio les llamaban los de los pueblos. Hillbilly es la muleta peyorativa que emplean las clases privilegiadas de Estados Unidos para definir a los habitantes de zonas remotas, incluso para la conquista de cerebros y pensamiento arrendado; los paletos de los Apalaches, indomables. Hillbilly es un ciudadano blanco de Alabama, libre e irreverente, que vive en las colinas, carece de medios dignos de mención, viste como puede, habla como quiere, bebe whisky cuando tiene oportunidad, y dispara su revólver cuando se le antoja. Esto se le ocurrió al costumbrista NY Journal cuando España aún tenía rescoldos del imperio en la frontera sur con norteamérica. En una secuencia magnífica de la elegía rural que plasma la vida del próximo vicepresidente de USA, el pequeño Vance le pregunta a su abuela por las muestras de dolor que ofrecen los habitantes de Kentucky al paso de cortejo fúnebre de su abuelo. Porque somos montañeses, porque debemos respeto a nuestros muertos. No conviene ahondar en la analogía, del abandono de un territorio de forma sistemática por los sucesivos gobiernos que se comparte entre países diametralmente opuestos en el concepto del desarrollo, aunque bien parecidos en arrinconar lo que no dominan. Hasta que Donald Trump decidió tender puentes con los hombres blancos y paletos, esa cordillera interior que une la frontera canadiense con los estados del Missisipí reservó un fenómeno de resistencia al poder más relevante de occidente. Redneck o cracke completan el ciclo de exclusión. Mientras los supremacistas urbanos tocaban la guitarra de la soberbia, los hillbilly tomaron conciencia del acoso y asedio, que por otra parte son iguales en los valles altos de Tennessee que en los valles profundos del Turienzo. A los Hillbilly de León les apuraron para coger el tren de vía estrecha, y a los que se resistieron les mataron el ganado durante treinta años. Impunemente. Y con la bendición de la UE. Y esa ralea.