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«Hay días en los que me avergüenzo de saber leer». Vergüenza de saber leer y vergüenza de saber escuchar. Este grito de El Roto, en viñeta publicada hace unos meses, me asaltó con ocasión del pleno del Congreso dedicado a los efectos políticos de la dana en ausencia de Pedro Sánchez y de la ministra Ribera. Eso ya era un despropósito en sí mismo. Es como si el presidente y la ministra responsable de las alertas meteorológicas e hidrográficas a escala nacional (los españoles no hacen caso, según ella), no se sintieran interpelados en la semanal ocasión que los representantes del pueblo soberano tienen de controlar el desempeño del Poder Ejecutivo. El caso es que Sánchez y Ribera estaban fuera de España, por compromisos de agenda supuestamente más importantes que dar la cara por la tragedia de su propio país (cumbre climática en Bakú y valoración de méritos para ocupar un alto cargo en Bruselas. Así que ambos decidieron externalizar la tarea en el ministro de Administración Territorial, Ángel Víctor Torres, que hizo lo que pudo en una bronca sesión.

Pero lo peor, lo que nos da vergüenza a todos, es el asfixiante nivel de la reyerta política. Dedicamos más horas a buscar culpables de lo que ocurrió que a buscar soluciones para que no vuelva a ocurrir. Se deduce de lo oído en el Congreso y de lo leído de su contagio a la UE. De la comparecencia de la ministra Ribera en Bruselas se infiere claramente que el fango político nacional ha contaminado al Europarlamento en Bruselas, donde también se hizo insoportable el tono camorrista de los argumentos empleados por los eurodiputados españoles durante la sesión dedicada al «hearing» (audiencia) de la aspirante Ribera a comisaria de la Competencia y la Transición Verde. Por cierto, que en Bruselas la sesión resultó fallida porque no se llegó a votar al conjunto de los candidatos a las seis vicepresidencias de la CE, por el aplazamiento de la votación reclamada por grupo popular (PPE) a la espera de que antes la todavía vicepresidenta del Gobierno español se explique en el Congreso.

Parece reñida la condición de gestora europea de la transición ecológica con la de ministra española implicada en algunas de las causas de la tragedia de la Comunidad Valenciana. Quien lo ha hecho mal en España también puede hacerlo mal en Europa, aunque solo sea por su inhibición durante dos semanas tras la avalancha del fango. Una inhibición, debida precisamente a las tareas verificadoras de su idoneidad como aspirante a una de las seis vicepresidencias de la CE. Pero sin haber cesado como ministra, esa tarea tenía que haberse subordinado al ejercicio de su labor como ministra del Gobierno español.