Panorama
Los «poyólogos»
Siento decirlo, pero me parece un craso error la ofensiva contra la aún vicepresidenta Teresa Ribera, ministra (todavía) para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El Partido Popular logró que el EuroParlamento aplazase la designación de la señora Ribera como comisaria europea de la Competencia, después de haber lanzado duras críticas contra ella en la Cámara de Bruselas. Estoy casi convencido de que el «pacto de hierro» vigente en la UE entre las principales fuerzas políticas hará que ella finalmente sea, aunque con un poco de retraso, nombrada para el importante cargo, lo que sin duda frustrasaría las pretensiones del PP, que quedaría desairado.
Vaya por delante que pienso que Teresa Ribera ha sido una de las «menos malas» componentes del Consejo de Ministros, pese a algunos errores y, sobre todo, pese a la tacha que implica su inhibición pública a la hora de afrontar la tragedia de la dana en Valencia. Pero el alud de ataques vertidos contra su actuación, actual y pasada, me ha parecido bastante injusto, y muy poco presentables algunos de los insultos que acompañaron a estos ataques (claro que los insultos más groseros lanzados de parte a parte, fruto sin duda de la tensión vivida, han menudeado en este triste episodio).
Considero que es importante para España contar con una comisaría (y vicepresidencia) europea del calibre de la de Competencia. Y, al tiempo pienso que poco o nada de nuestras actuales cuitas resolveremos atendiendo a las exigencias de que sea cesado el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, o que se deje a Teresa Ribera en el dique seco.
Lamentablemente, las fuerzas políticas se han dejado embarcar en una batalla de descalificaciones, señalamientos, ataques y no pocas veces bulos que ha favorecido muy poco el clima de serenidad necesario para empezar a recuperarnos de la catástrofe. Resulta intolerable que el jefe del Estado o el presidente de la Generalitat sean, sin más, tildados de «asesinos» por la muchedumbre, por muy indignada que esta esté, y más indignante aún es que el jefe del Gobierno, del gobierno que fuere, sea golpeado por la espalda con un palo. Pienso que la mesura y una buena dosis de serenidad siguen haciéndose necesarias en la práctica política del país. Cierto que caben muchas críticas al Gobierno, entre ellas que no haya procedido a la sustitución de la señora Ribera cuando procedía, y también cabe poner algunos reparos a la actuación de la oposición, y de la propia Generalitat valenciana, si se quiere, en particular. Pero ya digo: no me parece llegado el momento de cortar cabezas, ni de trasladar nuestras peleas intestinas a las instancias europeas. Ni de que los «poyólogos», que proclaman en tertulias, cenáculos y mentideros saber tanto sobre las danas o sobre el ya tristemente famoso barranco del Poyo, como antes sabían sobre vacunas, sobre Afganistán o sobre volcanes, pongamos por caso, nos abrumen con sus recetas flamígeras y desinformadas. Más sosiego, más información y mejor política.