Talento joven para la automoción
El abandono de algunos de los barrios que forman parte del cinturón urbanístico de la capital leonesa, pero siguen siendo piezas de su estructura, es el mejor ejemplo de cómo se entiende la ciudad desde quienes tienen la obligación de dotar de los mismos servicios a todos los vecinos, vivan donde vivan. El abandono que invade el otrora activo entorno de Michaisa muestra la falta de previsión (y de actuaciones) para evitar la degradación de zonas en las que las nuevas infraestructuras, las actuales preferencias de vivienda y la desatención a los espacios industriales que pierden su razón de ser conforman una trampa que cercena las posibilidades de futuro de todo un vecindario.
Los vecinos denuncian la insalubridad del entorno de Michaisa, la falta de limpieza a pesar de los reiterados llamamientos que han hecho al Ayuntamiento de León, y una vigilancia escasa en un escenario de inseguridad creciente que desanima también a quienes han pensado en emprender nuevos negocios.
El barrio fue hace no tantos años una zona industrial del entorno de la ciudad, donde la afluencia de trabajadores y una nutrida población animaba el negocio de buen número de bares, restaurantes y tiendas. Incluso, recuerdan los ciudadanos, había actividad económica suficiente como para que tres bancos tuvieran sucursal fija en la zona. Hoy no queda nada de todo eso. La actividad es cada vez menor, como el número de vecinos, que huyen de las precarias situaciones que les rodean.
Ahora hacen un llamamiento de urgencia al Ayuntamiento, para que tome medidas. Las irrenunciables se refieren desde luego a la limpieza de solares y calles, y la vigilancia de los edificios abandonados, que se están convirtiendo en sede de grupos marginales que amedrentan a la población. La seguridad es un derecho del que no pueden privarles. Más allá, Michaisa, como otros barrios periféricos, merece que se repiense su futuro.