Diario de León

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Quieres, Seve, tan hermano, irte el 19 de un noviembre que desnuda árboles invitando a un invierno que también habrá de pasar dejando crudezas oscuras, largas noches del alma y brasas en el rescoldo para nuevas lumbres... ¡nos es ya tan familiar esta fecha!... Un 19 de noviembre de 1998, tras volver con Míguel de San Isidoro, cayó nuestro padre en el salón fulminado por un infarto a las ocho de la tarde, como si hubiera elegido el día en que murió su admirado Franco, que fue el 19-N y no el 20-N como ya todo el mundo sabe y reconoció Arias Navarro mucho después (el 20 murieron Primo de Rivera y Durruti). Veintiún años después, en 2019, en la misma casa, a la misma hora y el mismo día 19 de noviembre, nuestra madre inició su tránsito con nosotros allí y Jose con preces susurradas y con un hilillo gregoriano dulcificando aquel momento de luz tibia en la habitación. Sabía Laurita que estaba Porfirio esperándola en punto y hora; y como que alargó o acortó unos días su postración para que así fuera. Y al fondo, la nieve... refulgiendo en montaña nidia e infinita... ¡vamos a la nieve, Firio!... ¡ven, Lauri!...

Así que te sobran razones para creer que será mañana el día porque estarán nuestros padres esperando a recibirte y llevarte a la paz luminosa, a la definitiva ausencia del lacerante dolor caprichoso y encelado contigo todos estos meses. Yo también lo creo, quiero creerlo, y como dice el respetado pensador católico Gustave Thibon, «fe no es creer en lo que no vemos, sino crear lo que no vemos», y es ahí donde la razón del corazón hace realidad tu castillo interior, tu deseo y nuestro último destino. Serena tu alma está. Y nos sobrecoge que nos digas la inmensa suerte que tienes de poder morir así, tranquilo, oyendo y hablando, con palabras y besos de tantísimos que te quieren, los tuyos alrededor, ¡qué menos te debe todo lo que hiciste bien y has dado! La gratitud de tus muchos deudores te paga el pasaje. Y lo primero que te dirán Laurita y Porfirio será «amaste y diste, ven con los que amamos». Y te será dulce este paso, querido Seve, Seve querido.

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