Diario de León

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Roguemos al señor por Feve

León

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No volverán los trenes a la estación de Matallana; es una cuestión muy triste para León; y más triste para la gente a la que aún le queda este medio de transporte para ir y volver sin dejar el perímetro de la tierra que vio nacer, crecer y desengañarse a casi todos los mortales leoneses que sienten en el alma las embestidas, los desprecios, la soberbia que los políticos le dedican a los problemas y trabas que generan a esta tierra y a quienes la habitan. Por si no había suficiente con esa pila de trolas que han contado en los trece últimos años al hilo de los trenes de cercanías alejados al arrabal de la ciudad, está la respuesta que ofreció el poder la pasada semana en el Senado, con la indecencia de quien se pasó los dos últimos años instalado en el relato de que la normativa tranviaria estaba en orden y, de repente, la normativa no existía. Esto del tren de Feve viene bien para tomar consciencia de la posición de León en la esfera política, en su relación con el estado, en la frecuencia de empatía con el poder; si no dan calderilla para comprar un tren que complete el recorrido ferroviario hasta Padre Isla, espera, que mañana toman medidas para frenar la velocidad de crucero que lleva León al desierto demográfico; o a la inversa. Si dicen que León está a tope con más de veinte mil parados y casi tanta industria como el cuerno de África, espera, que mañana vuelve el tracatrá por el pasillo de San Mamés. Los trenes no van a pasar del apeadero; pero eso no implica que la clase política se resetee en la relación con León en los últimos cuarenta años. Ya se encargaron de hacer correr ante la movilización del domingo que la protesta no tenía condicionantes políticos. Eso; que los trenes se hayan esfumado de la ciudad es un caso del ámbito de la teología; pero no de la política, porque no es un político el que tiene que decidir la pasta, un político el que tiene que definir la normativa, un político el que debe ordenar el procedimiento. Así que como no es político, que lo metan en la liturgia de la eucaristía. Nada cambiará hasta que el sueldo de los políticos sea proporcional a la condición de la gente que los ha elegido. Por el tren de Matallana, roguemos al Señor.

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