SUEÑOS E ILUSIONES
Sueños e ilusiones. Cuando eres pequeño, todo el mundo te pregunta, ¿Qué quieres ser de mayor? Y aquí descargas todo un mundo de sueños e ilusiones y empiezas a repasar las profesiones que más te han llamado la atención y entonces contestas de una forma directa. De esa respuesta a la realidad va todo un abismo. Hay muy poca gente que le guste el trabajo que realiza y así se ven por las mañanas como zombis dirigirse a los distintos centros de trabajo, aunque la mayoría de ellas y ellos parecen que van al matadero. De niños, nos dejamos llevar por la propaganda tan bestial que ejercen los medios de comunicación y queremos ser futbolistas, cantantes o artistas de cine. A medida que vamos creciendo y que se nos echa encima la triste y cruda realidad, cambiamos esas primeras previsiones y nos agarramos a profesiones más seguras como médicos, maestros, abogados... Más tarde nos atrapan los condicionantes y chocamos con que al finalizar los estudios medios, no contamos con la nota de corte para meternos en tal o cual sitio que queríamos y al final tenemos que optar casi siempre por una profesión que, ni fu ni fa. Y ese es el peligro, el fu y el fa. Ya que hemos optado por algo que en principio no estaba en nuestras previsiones y que al final nos va a proporcionar más disgustos que satisfacciones. Por lo tanto cometemos el primer error grave de nuestra vida, meternos en una profesión que forzados por las circunstancias nos hemos visto obligado a tomar. A partir de aquí las cosas no nos pueden salir ni medianamente bien, pues el error garrafal está cometido. Nos hemos metido en una profesión que no nos gusta para nada y a partir de aquí todo nos saldrá mal. Por eso, si la gente supiera lo importante que es acertar en la profesión que se elija, otro gallo nos cantaría. Cuando una persona va a una consulta médica, nada más hablar con el profesional, ya se da cuenta perfectamente si aquello que está haciendo le gusta o está allí para cubrir el expediente y recetar medicamentos. Con los maestros pasa tres cuartos de lo mismo, nos damos cuenta perfectamente de los que tienen vocación y de los que están para pasar los días como buenamente puedan, pedir bajas y bajas para tratar de estar el menor tiempo posible en un trabajo que no les gusta y salir por lo menos por unos días del bache donde se han metido, tal vez por necesidad o por no encontrar otra actividad más acorde con sus intereses. Lo cierto y verdad es que el que logre hoy día estar a gusto con su profesión, es como si hubiera acertado la lotería primitiva más importante para el resto de su vida. Actualmente tengo 58 años y de pequeño tuve un sueño, soñé que un día sería maestro y afortunadamente ese sueño se cumplió y puedo deciros que todos los días voy cargado de ilusiones a mi trabajo para dar todo lo mejor que tengo a mis alumnas y alumnos. Y os voy a decir una cosa seriamente, no estoy dispuesto a que nadie, mediante amenazas, miedos o coacciones, me quite estas ganas e ilusiones en los años que me quedan de ejercer esta maltratada y a la vez bendita profesión. Joaquín Tomás Fortunati Cendrero