Diario de León
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JOAQUÍN TOMÁS FORTUNATI CENDRERO
León

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Piquetes. A propósito de la huelga pasada, que por cierto, me importa un pimiento si ha sido un éxito o un fracaso, me da igual porque la misma trascendencia va a tener en un sentido que en otro. Ahora vendrá el paripé perfectamente organizado por el gobierno y los sindicatos para que todos se sientan contentos y se sigan quedando con los mismos de siempre, o sea con los ciudadanos. Pero lo que más gracia me hace de todo esto son los mal llamados piquetes informativos, yo diría mejor, los piquetes intimidatorios, agresivos y coercitivos que aparecen en todos los conflictos para romper cuatro escaparates, hacerse notar un poco y amedrentar a los indecisos. Creo que cuando empezaron los primeros movimientos de huelga, con la revolución industrial, a principios del siglo pasado, tendrían un por qué para defender los derechos de los trabajadores frente a la patronal, pero en estos tiempos, donde todos conocemos donde nos aprieta el zapato, sencillamente sobran. Ya somos mayorcitos en este país y cada uno sabe lo que quiere hacer ante una huelga para que vengan cuatro liberados de currar a informarnos de nada. Quiero comprender de quien es la tozudez de que sigan estos piquetes que aparecen en todas las huelgas y que sin ellos, por lo visto las huelgas no les funcionarían. A veces me pregunto que si esto es así, vaya clase de democracia que tenemos en este país, que necesitamos que los sindicatos nos coaccionen mediante grupos perfectamente dirigidos para cortar carreteras, impedir que salgan los transportes, no respetar los servicios mínimos pactados y amenazar a la gente para que se sienta intimidada y no pueda ir a trabajar, estoy hablando de los que no quieren secundar la huelga, porque en una democracia propiamente dicha, no en este simulacro que tenemos aquí, tanto derecho tiene el que va a la huelga, como el que no. Los sindicatos, que por cierto si no estuvieran subvencionados por el gobierno, ya se habrían extinguido, ya que el número de afiliados es ridículo, han perdido casi toda la credibilidad, sobre todo en los últimos tiempos, pues el pueblo llano solo ve dentro de ellos a individuos liberados de trabajo y cobrando unos buenos sueldos sin producir absolutamente nada. Si encima, cuando se convoca una huelga, estos piquetes se dedican a amenazar, coaccionar e incluso a agredir a parte de los españoles, tenemos la situación perfecta para enterrar a estos sindicatos, que cada vez pintan menos en el mundo laboral. Y a esto le viene como anillo al dedo en refrán muy español que dice: "Quien mucho amenaza, el miedo tiene en casa". Joaquín Tomás Fortunati Cendrero

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