Maltratar animales en España sale gratis
En Mayo y refiriéndome a la pena que me temía habría de recaer sobre los jóvenes que mataron a una vaquilla a puñetazos y patadas - al más puro estilo de un linchamiento - durante la Feria de Alhaurín el Grande, mencionaba que ésta posiblemente no iría más allá de una pequeña multa. Bendita inocencia - o maldita estupidez la mía - creyendo todavía en la justicia cuando de casos de maltrato a animales se trata. Porque una vez más un Juez Instructor cuya ética y sensibilidad se adivinan tan yermas como las de aquel otro que archivó el proceso contra Javier Ferrero, el Matagatos de Talavera, ha alimentado la impunidad para quienes disfrutan ejerciendo la crueldad con esas criaturas, sobreseyendo la causa al no apreciar una conducta punible. Vamos, que los mozos se entretenían y la vaquilla cumplía con su cometido: morir a consecuencia de las hemorragias para no aguarle la diversión a la sana muchachada. La Fiscalía de Medio Ambiente de Málaga va a recurrir el auto pero la verdad, casi da lo mismo, porque en el caso más que improbable de que sean finalmente condenados, el margen de actuación en un Código Penal tan laxo, por no decir inexistente en circunstancias como estas, es tan reducido, que la sanción por rebasar el límite del ticket de la ORA sería de mayor cuantía. Si yo me lo pasara bien viendo cómo sufre un animal aterrorizado no lo dudaría: degollaría, quemaría o le partiría la columna a uno al día. Total y visto lo visto, el hobby me iba a salir gratis. Señores magistrados, expliquen por favor qué respeto es el que merecen con sus actuaciones en un País en el que el maltrato legal: corridas, toros embolados, caza, etc. es eso, legal, y en el que el ilícito: matar vaquillas a patadas o gatos a pedradas resulta que parece no estar prohibido desde el momento en el que, según Ustedes, su comisión no acarrea consecuencias penales para sus autores. Para mí ninguno. Porque una cuestión es acatar las decisiones judiciales y otra bien diferente es tener que tragarse y digerir con una sonrisa su absoluta falta de interés por erradicar la brutalidad con los animales, despreciando como lo hacen el efecto disuasorio que se le supone a la Ley. No todos los jueces son así, por fortuna, pero Ustedes, con tal derroche de ruindad moral, ponen en entredicho la credibilidad en un sistema de justicia que a veces, es el más flagrante paradigma de la injusticia y del salvajismo humano. Me huele que los que muestran tan arbitraria interpretación de las leyes, suelen ser los mismos que se deleitan desde la barrera de una plaza o escopeta en mano, con el miedo y el padecimiento de un animal. Tal vez el día que les vea asistiendo a una convocatoria a favor de la defensa de los derechos fundamentales de los animales, empezaré a creer en su sentido de la equidad y en su búsqueda del bien común. Julio Ortega Fraile www.findelmaltratoanimal.blogspot.com