LOS APALEADOS

LOS APALEADOS El rey sátrapa de Marruecos, Mohamed VI, en un acto más de barbarie que hay que añadir a su ya dilatada carrera de tropelías más propias de siglos pasados, ha vuelto a violar los derechos fundamentales de las personas. Ha arrasado el campamento saharaui de Gdain Irik, en el que numerosas mujeres y niños estaban allí acampados. Los helicópteros, arrojando agua caliente, despertaron a los moradores del campamento sin apenas tener tiempo de huir. Gritos, disparos, gases lacrimógenos, golpes, fue la carta de presentación que los sátrapas presentan a todos aquellos que no se someten a sus antojos. El desalojo del campamento fue llevado a cabo con un grado de violencia muy elevado. Se cuentan por más de una decena las víctimas mortales. Los niños de pocos meses de edad y mujeres embarazadas fueron los desgraciados protagonistas de la ira de Marruecos. El monarca alauí no admite ninguna protesta por leve que sea que signifique un problema para obtener su objetivo. Desea que el Sahara Occidental pase a formar parte de Marruecos, aunque sea por la vía de la fuerza. La diplomacia internacional tiene un alto grado de responsabilidad para tratar de resolver esta situación en la que se encuentra la población saharaui. Debe adquirir el compromiso de intermediar de una forma efectista. Tienen la obligación de llevar a cabo actuaciones encaminadas a frenar actos de violaciones, sistemáticas, de los derechos humanos por parte de Marruecos. España como último responsable del territorio saharaui, debe ser el valedor principal de los ciudadanos que habitan la franja del desierto africano. Debe liderar las posturas firmes de los derechos que tienen los ciudadanos del territorio sahariano. No caben debilidades frente a los regimenes totalitarios como es el que existe en Marruecos. Practicar una diplomacia "blanda" es síntoma de debilidad. Solo con la firmeza y el convencimiento de que la razón y la justicia nos avalan es la mejor garantía para que la justicia se imponga.