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Publicado por
Patricia Arold
León

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Probablemente los padres que ahora dejan a sus niños incordiar al prójimo hasta límites dificilmente soportables,serán los que más se quejen dentro de unos años:Hay que ver, como está la juventud, que no respetan nada. Pero es que hay que educar. Cualquiera que pase por delante de la Basílica de San Isidoro una tarde de día lectivo, se va a encontrar con un montón de niños que una vez terminadas sus clases, y como niños que son, salén ávidos de jugar al balón con sus amigos. Pero ahí están los padres, que viendo las ganas de jugar de sus hijos, y tratando de inculcar en ellos un mínimo civismo, deberían llevarles a jugar al parquetienen en Jardín de Cid justo al lado indicándoles que no está bien ponerse a jugar delante de la puerta de la iglesia, porque se molesta al resto de la gente. Muy lejos de hacer esto, los padres se centran en sus propios asustos y se dedican a charlar entre ellos, mientras los niños, a falta de lugar mejor, lanzan a pelota contra paredes de la Basílica,las cabezas de los turistas y los cascos de los obreros que trabajan en la restauración del templo. Educar a los hijos cuesta un esfuerzo, a veces hay que andar unos pocos metros para enseñarles que el lugar de juegos no es la fachada de un monumento románico muy frecuentado por turistas y personas que van a misa, sino el parque. Que hay un lugar y un momento para cada cosa y que jugar es muy bueno, pero siempre respetando a los demás, sin molestar. Hoy, trabajando con un grupo de turistas,soy guía turístico,he tenido que ver como un niño lanzaba su balón contra la cara de un señor de unos 70 años, tirándole las gafas al suelo y provocándole una herida sangrante en la nariz. La madre no sólo no se disculpo, sino que le dió de nuevo la pelota al niño para que siguiese jugando como si tal cosa. Ejemplo de mala educación y falta de civismo que sin duda el pequeño imitará en su edad adulta.

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