Elecciones en la Universidad (II): Los candidatos (Continuación...)
Con todo ello, tenemos ante nosotros varios escenarios posibles. En primer lugar cabe la posibilidad de contar con un solo candidato: el oficial. Ya ha ocurrido anteriormente y, aunque se trate de comicios un tanto descafeinados y de una victoria anunciada de antemano, el ganador merece igual, si no mayor, elogio y reconocimiento que si hubiera doblegado a otros contendientes. Ya dijo el candidato único en aquella ocasión que hubiera preferido a cualquier rival antes que tener que vérselas con el Dr. Blanco (se refería a las papeletas en blanco), ya que en blanco se quedó ante las críticas que le tocó escuchar durante la exposición de su programa electoral en el Claustro que le reeligió como Rector. Otro escenario posible y muy interesante es el duelo entre el candidato oficial y el oponente, porque, si bien el primero parte con ventaja, le resultará difícil mantener el porcentaje ajustado de los votos obtenidos en las pasadas elecciones, mientras que el segundo, dependiendo de quién sea y cómo se maneje, podría llegar a aglutinar apoyos suficientes para alzarse con victoria. No hay espacio para candidatos alternativos cuando estas dos candidaturas cuentan con el respaldo del sector que representan; como mucho, podrían provocar que ninguno de aquéllos obtuviera la mayoría requerida en la primera vuelta e inclinar la balanza a favor de uno de ellos en la segunda votación. Otro escenario podía enfrentar al candidato oficial con un sector rival descabezado del que pudiera salir uno o varios candidatos sin el apoyo suficiente para disputarle la victoria. La situación sería claramente favorable para el candidato oficial, salvo que apareciese un candidato alternativo, desmarcado de ambos sectores, con prestigio, aceptación y habilidad suficientes para colarse en la segunda vuelta donde tendría serias opciones de proclamarse Rector de la Universidad de León para el mandato 2012-2016. Pudieran, aunque parece poco probable, producirse otros escenarios. Hay que dar tiempo al tiempo, dejar que los interesados sigan deshojando la margarita de sus candidaturas y cuando salgan públicamente a la palestra hablaremos de ellos.