Todo es un juego

Necesitamos todos los mecanismos ideados y por idear para poder controlar (sobre todo) a sus propios inventores; y aún así, cuando aquellos se despistan, llegan otros y se la endosan con recochineo. Mientras que no cambie la novela de policías y ladrones, todo seguirá igual. Nuestros políticos (en este caso me refiero a los que ostentan el gobierno) se pasan parte del tiempo que dura la legislatura, por un lado, echando balones fuera que pertenecen a partidos anteriores, y por otro, enviándoselos en cada discurso a los del equipo anterior. No debieron haber utilizado (los que ahora están en la oposición) los equipos adecuados del mercado, para hilvanar jugadas de prestigio cuando tanto balón salía del campo. Viendo los ahora opositores que, como equipo no tenían futuro, ahora hacen acopio de tarjetas rojas y actúan de árbitros. De cualquier manera, y al estilo de los colegiados deportivos, son ingentes las actas que se elaboran con contenidos de: agresiones, improperios, atracos, insultos que se hacen entre sus señorías. Y lo peor de todo es, las que se hacen apelando a la Constitución, al convertirse en un indicador de mala salud en la aplicación democrática. Si los balones fueran recogidos sin más, y depositados para ser usados en el próximo partido como en el fútbol, pues todo tan normal. Los balones de la política dan peor juego, porque después van a parar a los juzgados, y aquí sí que colapsan los mecanismos (ideados y por idear) para controlar a los que los echan fuera y a los demás ciudadanos. Todo es un juego. Para participar ya saben, además de pasar por las urnas para elegir a sus nuevos equipos, no dejen de leer la prensa y oír las noticias por internet, radio y televisión.