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Publicado por
León

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Desde no hace muchos años, los tentáculos extendidos por las distintas redes sociales implantadas en los sistemas informáticos, parecen estar generando un nuevo tipo sociedad (virtual, sin lugar a dudas) de dudosa autenticidad. Hace unos días me incorporé a la red Twitter. De manera evidente, compruebo que, en esta red tienen cuenta muchas de las personas más relevantes de la vida social. Las modas son así, y en las altas esferas, casi necesarias. Me llamó la atención (después de unos días conectado), cómo personas con esa imagen de superocupados, con las agendas repletas de compromisos, pueden pasarse las horas muertas enviando tweets (mensajes), sin descanso durante las veinticuatro horas. Llevando el móvil encima también podemos acceder a estas redes. Pero parece excesivo, todo el día dale que te pego. Al margen de supercherías, lo más probable, y pensando en la gran desocupación laboral del momento, exista una suplantación consentida. Quién nos puede asegurar que, detrás de esa cuenta tan atractiva, el que responde o envía sus mensajes, no se trata de: la señora de la limpieza, su cuñada, su escolta personal o un robot japonés. Eso sí, con el cotejo por parte del interesado de ciertos estudios universitarios. Como pueden imaginar, el robot japonés no necesita cotejo...