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Publicado por
León

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Gran parte de las personas que habitamos las zonas más ‘avanzadas’ del planeta, hemos ido perdiendo el interés por nuestras relaciones personales y directas a la vez, hasta el punto de considerarlas innecesarias. Hay algunas de obligado cumplimiento, como son aquellas que nos aseguran ciertas ventajas individuales y materiales para subsistir; que por otro lado no son muy productivas en el plano de la amistad. Tanto adelanto, nos ha ayudado a poner mucha distancia por medio entre nosotros. Se han conseguido logros tecnológicos impensables, muy ventajosos para la comodidad, la información y las relaciones virtuales. Basta con apretar un botón y la casa se pone a tus órdenes, a la vez que, pone en marcha todas las alarmas para que no te molesten propios y extraños. Basta con registrarse en cualesquiera de las distintas redes sociales, para satisfacer la curiosidad hacia la vida de los demás, eso sí, con la aceptación de ¿amistad? Esto nos ha convertido en muy selectivos por un lado, y poco rigurosos por otro. Creo que la verdadera amistad se consigue con un trato directo y personal entre nosotros. No debemos contabilizar a los amigos o conocidos, con el número de personas que aparece en una fría y colorida lista que, acompañada de imágenes e historias con mucho glamur, pueden tener la apariencia de la efervescencia de una copa de champán, cuya espuma desaparece en segundos. Los caminos para encontrar una verdadera amistad, deben compararse con la base y la estructura de un edificio construido cerca de zonas de bastante actividad sísmica. Esta construcción quedará sellada con la intervención directa de sus operarios y de los medios tecnológicos, pero con el vis a vis que se produjo durante el tiempo que duró la construcción.