Cerrar
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

El pueblo de Grajal ha disfrutado de unas emotivas Jornadas del Santo Sepulcro. Cofradías de toda la provincia de León han traído tallas emblemáticas de la Semana Santa de sus respectivas localidades. La iglesia de Grajal, auténtica catedral en ladrillo, y el entorno monumental del pueblo, Bien de Interés Cultural han albergado la muestra. El pueblo ha bullido de visitantes y ha vibrado con los actos programados y la maravilla de las imágenes expuestas, confluencia del arte y la Fe populares. Ha sido como si el tiempo y las buenas gentes de León hubieran querido resarcir a Grajal de aquellos acontecimientos chuscos de hace algunos años protagonizados por unas monjas ingratas, que despreciando el cariño del pueblo, se fueron entre mentiras, llevando consigo un importante patrimonio cultural y religioso. Y todo ante la impasible mirada del cesaropapismo imperante. Al obispo le tocó ese año el papel de Poncio Pilatos. Y la Junta, como en todo lo tocante al patrimonio leones, se multiplicó en los papeles de Herodes, Judas Iscariote, Anás, Caifás, sayones varios y cuanto personaje perverso hay en la narración de la Pasión de Nuestro Señor, para dejar vendido al pueblo de Grajal. Pero las Jornadas han concluido, y aunque en las paredes del templo resuenan los ecos de los cantos de nuestro tenor Ignacio Encinas, las calles del pueblo vuelven a su soledad habitual; a su espeso silencio perturbado solo por la bocina del panadero, el canto de un gallo o el ladrido de un perro. Han pasado siete años desde la defección de aquellas monjas felonas y todo continúa igual, todo sigue en su monótono transcurrir. Las monjas siguen entre los siniestros muros de un convento de Toledo con su conciencia carcomida por las termitas. El obispo Don Julián sigue tomándose cada mañana, tan ricamente, su tacita de chocolate, mientas cuenta la recaudación de las entradas a la catedral. El empresario Don David Álvarez, devoto visitador de las monjas, sigue haciendo pingües negocios al albur de la coyuntura. Parece que ahora hasta nos va a sanear la cabaña ganadera, incluyendo la suya. Y el pueblo de Grajal sigue dejado de la mano de Dios (más bien de la de sus prelados). Sigue sufriendo el doloso abandono de las autoridades coloniales castellanas de la Junta. El adobe se desmorona y su monumental conjunto languidece bajo el impresionante cielo, color azul infinito, de sus mañanas frías y claras.

Cargando contenidos...