La formación de niños y jóvenes en tiempos de participación
Es muy frecuente escuchar a los adultos quejarse de los jóvenes de la actualidad. Las quejas van y vienen sobre diversos aspectos, desde su forma desordenada de vestir y actuar, su apatía y falta de interés en aspectos sociales, su bajo rendimiento académico, hasta el abuso de alcohol y consumo de drogas. En general, existe una idea sobre los “jóvenes de ahora” como personas fuera de orden y en rebeldía consumada. Pero al margen de las conductas de los jóvenes, me centraré en sus actitudes. ¿Qué reflejan las actitudes de nuestros jóvenes? ¿Por qué la apatía y el desinterés? ¿Qué hemos hecho los adultos para lograr esto? Pero aún mejor: ¿QUÉ HEMOS DEJADO DE HACER LOS ADULTOS para lograr que los jóvenes tengan actitudes de desgano, poco interés y nulos deseos de participar cívica y socialmente, y de trazarse metas que orienten el rumbo de sus vidas? ¿Qué necesitan nuestros jóvenes para cambiar? Los jóvenes, como los niños, necesitan ejemplo. Los jóvenes y los niños necesitan formación, pero no sólo la que se imparte en las escuelas, donde a veces los esfuerzos no pueden verse concretados en logro de objetivos cuando la formación de las familias no comparte principios y valores.