Nuestra querida Catedral de León
Hace ya muchos años que no entro en la Catedral, antes cada mañana me sentaba en un rincón silencioso , oscuro, tranquilo, a rezar o a meditar, simplemente a limpiar el alma de rastros de la vida y el consuelo era enorme, dado el espacio mágico y potente de este lugar de siglos. Ya no entro, hay ruído constante, música, miles de peregrinos paseando sin respeto, excursiones, sacristanes chillones y gente con una educación que nunca entenderé. Encima hay que pagar, yo tengo mi carnet que pago con gusto, pero ya no puedo entrar, es peor que el mercado de abastos. Me gustaría recordarles a los responsables que esto ya está escrito y que un día pagarán por vender la casa de Dios al señor Don Dinero y pagarán por ello. Pido que vuelva el silencio y la paz a ese lugar de silencio y de paz. Gracias.