Mierda Pública.
Yo tenia un tío en México. En eso, como en tantas cosas, no he sido nada original. ¿Que españolito de bien no tiene uno, por lo menos, o un par de ellos?. Algunos, incluso heredaron de ellos sustanciosas fortunas, los suertudos. (Queda claro, por el tono de mi última frase, que yo no heredé una peseta). Pero, a lo que iba. Contaba mi tío que, al acercarse el fin de cada legislatura, siempre le iban a visitar los caciquillos del pueblo (los otros caciquillos, claro), y le proponían que se presentase a algún puesto político, porque ya lo tenían ellos bien organizado para que saliese un partido en un periodo y el otro en el siguiente, de manera que todo cambiase cada cuatro años (o los que fueran) para que todo quedase como estaba. Ofrecimiento que el rechazaba, porque no le iba la movida del poder público, ya gozaba bastante con el poder empresarial simple y normal. Además, por supuesto, luego venia la famosa retahíla de anécdotas sobre mordidas para el permiso de construcción, para el permiso de transporte, para el permiso de conducir, la mordida para todo lo habido y por haber. Como son allá, mi hijito, (decía él), no como aquí en España, que somos incorruptibles, ándele, nosotros los españoles. Y añadía: Porque, sepan ustedes, mis cuates, que yo, aunque no lo parezca, soy asturiano de pura cepa. Todo esto dicho con el mas puro acento de Guanajuato. Han pasado cuarenta años, y aquel país se ha vuelto prácticamente inhabitable. De aquellos polvos de mordidas y de conformidad con la irregularidad, aderezada con chistes de Cantinflas, han llegado tales lodos que, cuando te pones a buscar cadáveres dentro de ellos, no encuentras los que estás buscando, pero, no hay problema, encuentras los de la matanza anterior, huy mire, este no es el suyo, pero es otro muertito, a lo mejor le vale igual, total, nadie los reclama, da miedo, puedes ir tu también, si lo haces, a parar el vertedero. En todos los países ha habido cloacas, y han aparecido en ellas enemigos políticos, o gente que le pilló en mal sitio y en mal momento. Pero que cuarenta y tantos estudiantes, que fueron a protestar a un alcalde, sean entregados al narco para que no perjudiquen la proclamación de su mujer como alcaldesa, supera todo lo imaginable. Y el narco actúa, es efectivo, es competente. Los chicos ya no aparecerán, me temo. Por eso, cuando veo que en España, el zorullo nos ahoga, sin respetar partidos ni sindicatos, ni ayuntamientos, ni diputaciones, tiemblo. Como en el chiste aquel que contábamos de chavales, en el que los condenados en el infierno estaban sumergidos hasta el cuello en un perolo de mierda, y decía un novato recién condenado: “Bah, pues no me parece un tormento tan duro”. Y le contestaban los veteranos: “Si, si, ya verás cuando pase la cuchilla al ras.” La cuchilla, cuando se deja que la mierda llegue al cuello, acaba pasando. Estamos como el que pisa una caca de perro en la calle, y en casa le huele mal, pero no acaba de pillar en que sitio del zapato la tiene. El olor nos invade, pero ya no sabemos, siquiera, donde está el foco. Viene de todos lados, huele, si, pero... Si no encontramos el origen de la porquería, y la limpiamos, tal vez nosotros ya no lo veamos, pero quizá nuestros hijos tengan que ir al vertedero a buscar a los suyos, revolviendo las cenizas con un palito.