Diario de León
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León

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Con motivo de la XXIII Jornada Mundial del Enfermo que hemos celebrado el miércoles, 11 de febrero de 2015, vamos a recordar el mensaje del Papa Francisco. Con ocasión de la XXIII Jornada Mundial de Enfermo, instituida por San Juan Pablo II, el Papa Francisco se dirigio a todos los que llevan el peso de la enfermedad y de diferentes modos están unidos a la carne de Cristo sufriente; así como también se dirigio a los profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario. El tema de este año, quería el Santo Padre que nos llevara a meditar una expresión del Libro de Job: «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (29,15). Queria hacerlo en la incomparable perspectiva de la “Sapientia cordis”, la sabiduría del corazón. Con un gran amor y con un tierno derroche de sabiduría el Papa nos dice: Y continúa haciendo referencia e insistiendo en el meritorio agotamiento físico-psiquico de los que cuidan durante largo tiempo a los enfermos: Hoy, en el tremendo y cruel marco de la cultura de la muerte, se insiste y se jutifica que vidas gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas. El Papa también, en este dia, ha querido dejar claro el testimonio de la Iglesia que nunca claudicará ante la cultura de aniquilar al enfermo o al deficiente: Aquí el Papa que, por la fuerza de su amor, es conocedor de la auténtica sabiduria, nos recuerda el inmenso valor del tiempo dedicado a los enfermos: El Papa menciona y dice que se comprende que Job, al final de su dura experiencia, dirigiéndose a Dios pudiese afirmar: «Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos» (42,5). Y continua, para acabar mencionando a la Cruz como lo que plenamente explica el sentido del dolor: Y para terminar, Francisco confío esta Jornada Mundial del Enfermo a la protección materna de María, que acogió en su seno a la Sabiduría encarnada, Jesucristo, Señor nuestro. Y el Papa dijo: “Oh María, Sede de la Sabiduría, intercede, como Madre nuestra por todos los enfermos y por todos los que se ocupan de ellos”. Reflexión personal: Sinceramente me gustaría vivir siempre disponible, entregado, con los brazos abiertos, con el corazón a flor de piel. Me gustaría tener el alma limpia como el Papa Francisco y poder seguir paso a paso su vida, su mensaje y su fe; una fe tan grande que nos colma de esperanza y nos orienta al amor. En este día del enfermo pido luz para que cada uno descubramos el hondo sentido del dolor a través de un Cristo, que cada dia desde la Cruz nos salva.

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