Asociación de Laringectomizados
Mi padre fue laringectomizado. La operación fue una experiencia atroz, para él y para mí. A las pocas horas, su cuello y su cabeza estaban tan hinchados que parecía el hombre elefante, respiraba y expectoraba con dificultad a través del estoma de su garganta, y se alimentaba por una sonda nasogástrica. No podía hablar y parecía querer decirme muchas cosas. Golpeaba con un bolígrafo constantemente la mesita, asustado y angustiado. Sin poder dormir. Yo no conseguía entenderle. El día que llegaron los miembros de ALLE todo cambió. Tenía que aprender a hablar, a respirar, a comer, a ducharse, a ponerse un pañuelo al cuello, a comprender la cara de asco alrededor... A vivir de otra manera. Pero ahí estaban ellos, ellos podían, ellos pudieron. Sin ansiedad. Solo quiero darles las gracias. Como todos los afectados. Y desear en voz alta, que en algún momento, podamos recuperar todos los servicios sociales y sanitarios que estamos perdiendo por culpa de la avaricia y la mediocridad de unos políticos que no piensan en la gente. Aurea G. Masid. Enfermera