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Publicado por
León

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LOS OTROS CULPABLES Debe de ser fácil vivir dando la espalda a la realidad, haciendo como que no se ha visto, no se ha oído y no se ha sentido. Esta es la gasolina del acoso, escolar, laboral, incluso familiar. Todos sabemos que existe. Todos sabemos reconocer su presencia, mostramos inmediatamente nuestra opinión crítica sobre esta práctica, y la rechazamos enérgicamente. Pero esto es así cuando no nos afecta, cuando no lo tenemos cerca, y cuando no se nos exige posicionarnos activamente contra el. Cuando esto ocurre la cosa cambia, y son muchos los que van a mirar para otro lado. Porque, no os engañemos, el acoso en cualquier ámbito es una mancha para todos. Para la víctima porque la estigmatiza. Se convierte en el objeto de las burlas, de las miradas maliciosas de los otros. Con suerte algunos permanecerán al margen. Algunos incluso se compadecerán de la víctima, sí, pero en su fuero interno, para que no se note. Otros, se sentirán aliviados de que no les haya tocado a ellos. Y otros incluso pensarán que la víctima se lo merece, por ser qué: diferente. Mancha también para las autoridades, y para todos aquellos cuya posición, capacidad o autoridad, les permite luchar contra el acoso. Porque no saben qué hacer. Y si lo saben no lo hacen. Es una propaganda muy negativa reconocer que existe acoso en tu empresa, escuela, hospital, en suma en cualquier ámbito o grupo de individuos. Cuando esta situación se llega a conocer públicamente ya ha tenido un recorrido gracias a la permisividad de los que tienen la autoridad. Y a nadie le gusta que le saquen los colores. Mancha, en definitiva, para aquellos que sin participar activamente del acoso, lo observan impávidos, miran hacia otro lado, se esconden ante el miedo de convertirse también en acosados si se posicionan. A los que con su pasividad abandonan a la víctima, la marginan, le niegan amparo y apoyo, haciendo más fácil el acoso. A ellos, que pudiendo atajarlo, se limitan, en el mejor de los casos, a poner sellos y firmas en documentos que quedarán sobre una mesa, o en el peor de los casos ni eso. A ellos, que viven en el convencimiento de que mantenerse al margen les convierte en inocentes, que no se llamen a engaño, pues son también culpables. Beatriz Ballesteros Del Río.

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