Amor, mi Abuela.
Amor, a pocas personas el nombre les hace tanta justiacia como te hizo a ti. Y tú le hiciste a él. Ingenuo de mi, de niño, cada vez que alguien cercano se iba, yo rezaba para que tu partida no fuera antes de que yo hubiera cumplido los 25. Pensaba que a partir de esa edad estaría más preparado e incluso que la pens sería más soportable. Sin embargo a mis 42 tu ausencia me ha dejado un dolor inimaginable hasta ahora. Busco consuelo pensando que te fuiste como todos querriamos irnos, viviendo en tu casa, rodeada de los tuyos y sintiendo la mano de ellos apretando la tuya hasta consumir el último aliento. Doy gracias por la enorme suerte que tuvimos en que quisieras a venir a vivir con nosotros y lo tonto que fui al sentir miedo por la responsabilidad de tenerte aquí. Espero que a ti te hiciera bien y feliz pero, como siempre, fue más lo que tu hiciste por nosotros. Llenaste la casa desde el primer día y ahora tu ausencia se deja notar en todos nosotros, por cada rincón y sé que es de esos sentimientos que el dolor grava a fuego en el corazón y nunca va a desaparecer, solo se puede aprender a convivir con él. Tenemos, todos, aún mucho que aprender de ti. La vida no es fácil para nadie, pero contigo fue especialmente puñetera, sin darte tregua ni descanso y en cambio tú siempre le plantaste cara. Trabajadora incansable, perseverante y dando lo mejor de ti, siempre más de lo que tenías y podías. Adaptándote y aceptando situaciones difíciles, nunca dejaste a ninguno de los tuyos de lado y siempre te mostraste orgullosa de todos nosotros, aunque a veces no lo merecieramos. Orgullo el mio de ser tu nieto y tener semejante ejemplo que seguir. Te quiero Abuela. Te queremos y necesitamos todos. Cuida de nosotros, como siempre has hecho, hasta el día en que volvamos a encontrarnos.