Tregua a los funcionarios

El abanico de profesiones dentro del funcionariado en España es muy amplio y los diversos procesos de acceso a las plazas públicas, aunque variopintos, han ido endureciéndose con los años. Es un hecho. Existe, cada vez más, una mayor competencia y un mayor número de personas graduadas (en ocasiones hasta con dos o tres carreras) que dedican su tiempo, esfuerzo y dinero, sacrificando otras facetas de su vida en pro de alcanzar ese puesto de trabajo público. Pero persiste una visión kafkiana que mucha gente tiene del funcionario, como una persona que se pasa el día en la cafetería y que de vez en cuando trabaja, lo que supone una generalización que dista bastante de la realidad. Y no es que el tópico esté muy trillado ya, puesto que todos los trabajadores públicos seguro que tienen algún compañero que encaja en el perfil pero, ¿no ocurre lo mismo en el resto de profesiones? Se debería reflexionar un poco sobre esas veces que hemos contratado a alguien (autónomo o no) para hacer una obra o reparar algo y cómo la despreocupación en su cometido ha ocasionado otros desperfectos: rayones en el parquet, golpes en las paredes o cualquier otra hecatombe hogareña. A mí no me parece que esté tan claro que se pueda achacar esa dolencia de desgana y desinterés con exclusividad al trabajador público, ¿no? Para los que la critican, busquen otro motivo pero, sobre todo, ¡anímense! Anímense a sacrificar y a dedicar su tiempo – algunas personas dedican años y no siempre con éxito -, esfuerzo y dinero a conseguir lo seguramente ustedes han deseado en más de alguna ocasión. Opositen, que no cuesta nada…