Sin hacer ruido
El 18 de agosto de 2011, Rodrigo sufrió un gravísimo accidente que le cambió para siempre. Él lo llevó como todo en su vida, de una forma callada, sin culpar a nadie y sin cargarles con sus problemas, esperanzado al principio y aceptando después dolorosamente las secuelas que ya no habrían de abandonarle. Pero siempre luchando, en los días buenos y sobre todo en los malos, que él, aficionado al ciclismo, dice que son en los que se gana el Tour. Sin desviarse de su objetivo, apretando los dientes cuando no se tienen fuerzas para nada pero sobra el coraje, dando ejemplo humildemente, sin pretenderlo, a todos los que le rodeamos. Le conocí y le admiré. A partir de aquel aciago día, mucho más. Cuando en el colegio a nuestro hijo le manden escribir sobre un héroe, lo tiene fácil: le bastará escribir sobre su padre.