cartas al director
Una víctima de la
violencia de genero
H ace unos días, el nombre de nuestra ciudad ha salido en todos los telediarios nacionales y redes sociales, y no precisamente por la incomparable belleza de nuestra Catedral o la excelencia de nuestra gastronomía, si no por un episodio de violencia en un cine donde se proyectaba una inocente y divertida película infantil de dibujos animados...
Durante la emisión de la película, un hombre se dedicó a insultar y agredir a su compañera y a la niña que les acompañaba.
Pese a ser requerido en varias ocasiones a que parara, se sentara y dejara de molestar por el público asistente, el hombre no depuso su actitud, llegando incluso a agredir a la niña.
Fue en este momento que uno de los espectadores se acercó al violento personaje invitándole a que parara en su actitud o abandonara la sala ya que estaba dando un espectáculo bochornoso ante los niños que veían la película, intentando hacerle razonar ya que su comportamiento era vergonzoso y lamentable para el público que estaba viendo la película, mayormente mamás con niños.
Llegado este punto, el violento personaje comenzó a retar al padre conciliador a la vez que profería toda clase de insultos hacia el y hacia su familia, con una extrema agresividad lo que motivó que la otra persona perdiera el control y aceptara el reto del cobarde, dándole su «merecido» ..
Lo siento por Antonio Barrull y su familia, ya que la buena gente sufre con hechos como éste, pero fue el único valiente que se plantó ante una injusticia como es la violencia hacia la mujer o los niños, mientras el público asistente se limitaba a grabar con sus teléfonos la escena, supongo con una mezcla de morbo y fascinación.
Y mi pregunta es, ¿cómo es posible que en la media hora que duró éste circo, no apareciera ningún vigilante de seguridad del centro comercial o la dirección del mismo diera aviso a la policía?
Se hubiera evitado el enfrentamiento no deseado de Antonio Barrull, que al final es el que se ha comido el marrón.