cartas al director
Alienación progresista
A Pedro Sánchez se le está torciendo el rictus. No por la marcha de la legislatura —que como la economía cree que va como un cohete— sino porque no tiene a todos alienados como quisiera. Así hay algunos medios —de los que desconoce sus verdaderos dueños y su financiación— que osan fiscalizar su acción de Gobierno. Y eso —por muy progresista que se defina— no le gusta a alguien que cree estar en posesión de toda la verdad. Lo cierto es que no solo hay jugadores de fútbol que le prestan su mano con desinterés y desidia, sino que intuye que la «máquina del fango» está a pleno rendimiento para embarrar todo cuanto propone. Por eso ha diseñado un impreciso plan de regeneración democrática, al objeto de volver a la senda a todos cuantos osen desviarse del progreso. Porque «haberlos haylos». Lo que sorprende es que un progresista de pro no acepte opiniones distintas, o que no distinga para él la multiculturalidad y la diversidad de opinión que receta para otros. Y es que una cosa es predicar, y otra —bien distinta pero necesaria— dar trigo. Así las cosas no le cabe más que alienar. Convertirnos a todos en lo que pretende para él. Plasmarnos un plan que reconduzca nuestras voluntades y que nos sane de esta deriva conservadora que recorre el territorio nacional. Como en los viejos tiempos de los que dice huir.