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Miguel Celemín Matachana; MARÍA JOSÉ PRIETO PRIETO

cartas al director

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Retransmisión de premios Príncesa de Asturias

E l viernes 25 de octubre la primera cadena de TVE retransmitió la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias. Tuve ocasión de asistir a ella como telespectador, aunque, por razones que no vienen al caso, obligado a leer los subtítulos, sin sonido, por tanto. Ya desde el principio advertí que costaba trabajo seguir las transcripciones, aunque el gran interés de la intervención de la rumana Ana Blandiana, narrando su desasosegada experiencia bajo el comunismo, hacía que los evidentes defectos de los textos pasaran a un segundo plano.

No mejoró la cosa después; al contrario, textos deslavazados, a veces abiertamente incomprensibles, hacían muy difícil seguir las intervenciones para el espectador que no disponía, como yo, del audio. Así, incluso empezaron a aparecer palabras extrañas como, por ejemplo, «nescafé» (sic), incluso extemporáneas siglas como «PP», llegándose a la traducción del apellido Ignatieff de uno de los premiados por «Ignacio». En fin, un cúmulo de despropósitos en los textos de las intervenciones que mermó la calidad de la retransmisión, restando la evidente brillantez con la que se estaba desarrollando el acto.

Esperemos que para la próxima ocasión, TVE se esfuerce bastante más en los subtítulos para que la retransmisión de la espectacular ceremonia de la entrega de los premios Princesa de Asturias no pierda un ápice de calidad.

El delito de ser joven

D isparate. Resulta que la Junta de la Sociedad Deportiva La Venatoria ha decidido que los menores de 16 años no pueden ir al gimnasio. Sí. El gimnasio que abonamos los socios con la cuota, tan puntual, por cierto. Y sí, es mejor que no hagan nada, que sigan enganchados al móvil, que sigan con sus redes sociales, que no sepan lo que es el esfuerzo ni el sacrificio, que no conozcan los valores que aporta la disciplina deportiva. Valores. Esa palabra tan ausente en estos tiempos. El deporte son valores. Y los valores se inculcan desde pequeños. Y con los adultos dando ejemplo, por supuesto. Resulta que la junta directiva decide excluir a los pocos adolescentes que se animan a ir al gimnasio a practicar deporte. Resulta que deciden que, como hay mucha gente, pues fuera los jóvenes. ¿No es eso discriminar por motivos de edad? ¿Qué será lo siguiente? ¿Qué los niños no pueden ir al bar porque hacen ruido? Resulta que todas las recomendaciones de los expertos para llevar una vida saludable se van al traste. Qué ironía, con 16 años, Lamine Yamal pudo jugar la Eurocopa pero no podría ir al gimnasio de La Venatoria. Imagínense si nos discriminaran por ser viejos. Imagínense: usted no puede ir al gimnasio por viejo. Ya lo advirtió Bertolt Brecht: «¿Qué tiempos son estos en los que hay que defender lo obvio?».