Ríos y piscinas: un riesgo evitable
El 7 de julio pasado, mi joven sobrino sufrió un absurdo accidente al tirarse de cabeza a un río, cerca de Benavente Zamora. Aún no nos explicamos cómo pudo ser, pero el hecho es que sufrió un traumatismo cráneo-cervical que le ha ocasionado 3 vértebras rotas, una contusión medular importante y una cirugía de 7 horas en el Complejo Hospitalario de León. En este momento presenta una tetraplejia incompleta de la que intentará recuperarse en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde ahora se encuentra. El objetivo de esta carta es doble. En primer lugar y ante todo quiero agradecer, en nombre de mi familia, todo lo que se ha hecho por mi sobrino. En orden cronológico, para intentar no olvidarme de nadie, quiero dar las gracias a sus amigos, que le ayudaron en el río y avisaron al 112. Al mismo 112 que acudió en muy poco tiempo al lugar del accidente y le trasladó al Complejo Hospitalario de León. Agradecer al personal de Urgencias del Hospital, al Servicio de Radiología TAC-Resonancia, a anestesistas, enfermeras/os, auxiliares y celadores por la rapidez en que fue atendido al neurocirujano que le operó de urgencias, asumiendo el riesgo de empeorar su situación y que sin él, estoy seguro, no habría tenido ninguna posibilidad de recuperación, mil gracias por su buen hacer y por el magnífico trato humano que nos brindó. Agradecer a la UCI médicos, enfermeras/os y resto del personal los cuidados y el cariño que le brindaron en esos momentos tan críticos y los ánimos que le dieron cuando le visitaron en la planta. Agradecer también al personal de la planta de Neurocirugía sus atenciones y al Departamento de Admisión de Urgencias que me ayudaron enormemente con los trámites burocráticos. No se si me olvido de alguien, pero GRACIAS a todos. Lo que habéis hecho no se paga con dinero, es imposible, no hay nada que pueda recompensar el trabajo realizado y sobre todo la manera tan cariñosa de hacerlo. Me estremezco de emoción al recordarlo ahora. Tenéis un gran corazón, no cambiéis. León puede jactarse de tener unos profesionales sanitarios como la copa de un pino. En segundo lugar quiero hacer una llamada de alerta a todos los que en el verano disfrutan de ríos y piscinas. Parece ser que en esta época son bastante frecuentes los accidentes de este tipo, algunos serán menos graves pero a otros, como a mi sobrino, les cambiará la vida para siempre. Cuando vemos estos casos en la tele o leemos cartas como esta, pensamos que eso nunca nos sucederá a nosotros, yo también lo pensaba. Cuando nos pasa nos preguntamos el "por qué" y nos recriminamos diciendo: "si no hubiera hecho eso….", "si hubiera tenido más cuidado…" Pero la vida es un tren que se mueve en un efímero presente hacia un futuro desconocido sin mirar al pasado. Es un viaje sin retorno, no podemos cambiar nada, pero podemos aprender de ello. Por eso, no dejemos que los niños se tiren de cabeza, ni en piscinas ni en ríos, por muy conocidos que estos sean. No tentemos a la mala suerte. Francisco José Rodríguez Campo