Uno de Septiembre. ¿Fin de la Crisis?.
Uno de Septiembre. ¿Fin de la Crisis?. En la biblioteca de mis padres había un libro, que con los años ha pasado a mi poder. No es una escritora que la gente recuerde, salvo por alguna novela suya que se pasó al cine. Eran las obras completas de Vicki Baum, la autora de Gran Hotel de la que se hizo una película de éxito, protagonizada por Greta Garbo. Pero no es Gran Hotel, en este día Uno de septiembre de 2.009 la novela que me viene a las mientes, sino otra más desconocida, "El Bosque que Llora". En esta novela, un europeo se encuentra en la selva a un grupo de hombres, que hace poco se dedicaba a extraer caucho de los árboles, y que se arrastra por la selva amazónica intentando volver a su tierra natal, el estado de Ceará. Nada bueno les espera allí, la sequía es espantosa, y por lo tanto, la hambruna. Pero, en la selva, ya no hay nada que hacer tampoco, porque el precio del caucho, que se obtiene del árbol del Hevea Brasiliensis, ha caído en los mercados mundiales, y el bosque se ha convertido en una ratonera. En este uno de septiembre de 1.939, vale más la hambruna conocida de la patria chica que la muerte en la selva a manos de las serpientes y los demás peligros del bosque. A estos desheredados de la fortuna, les acompaña otro europeo, un sin patria, un hombre que ha encontrado en ayudar a esos seres sin casi vida de hombres una razón para vivir. Lleva con él un tesoro de la civilización, un aparato de radio con pilas. A la caída de la tarde, cuando es hora de hacer campamento para pasar la noche, enciende, con gran ceremonia, la radio. A veces se oye música, americana o europea, y los seringueiros, los hombres del caucho, la oyen embelesados. Pero hoy, al hacer girar el dial por las emisoras estaciones de radio, se decía entonces, se oye de repente un extraño discurso vociferante. Una voz en alemán, entrecortada, enfermiza. Todo el mundo se queda sorprendido, e incluso se sonríen unos a otros, burlándose de la cólera de aquel blanco loco. Pero el europeo de la radio pide silencio, y se concentra en el discurso. Escucha unos minutos, y, de repente, su cara se ilumina. Se pone de pié, y mira a su alrededor, como el que va a dar una gran noticia, una muy buena noticia. -¡Una Guerra!. Los seringueiros le miran sorprendidos, pero sin comprender, de momento. -¿Una guerra…? El europeo insiste. -¡Una gran guerra en Europa, una guerra larga e importante! Entonces, los seringueiros empiezan a levantarse, y gritan, ríen, y se abrazan unos a otros. -¡Una guerra, por fin una gran guerra¡ El primer europeo, el que viajaba solo por la selva, les mira anonadado. Entonces, el de la radio, el que acompaña a los caucheros, le explica el misterio. -Estos hombres volvían de la selva a la nada, a la muerte por hambre. Pero acabo de oír en la radio a Hitler, declarando la guerra a Polonia. Empieza una guerra en Europa, una guerra larga y costosa, y el caucho para neumáticos subirá de precio, y estos hombres volverán a poder comer. Los dos europeos se quedaron un momento mirándose, y se dieron cuenta de que, aquel Primero de Septiembre de 1.939 lo recordarían siempre. Y los seringueiros levantaron el campamento, y se volvieron a la selva, a los lugares donde crece el árbol del caucho, porque había llegado la salvación, una guerra, una terrible y larga guerra, y su hambre, su miseria, su crisis había terminado. Gracias sean dadas a Dios y a la Santa Virgem. Javier Garnica Cortezo. VER FILANDÓN, 2 DE NOVIEMBRE DE 1.997