Editorial | La Vía de la Plata es la arteria que debe dar vida al oeste de España
El conflicto de la despoblación rural vive inmerso en una terrible contradicción. Nunca se habló tanto de la llamada España Vaciada mientras en la realidad, en las decisiones políticas, sigue sin alcanzar una mínima presencia cuando se abordan asuntos con trascendencia. Dar vida a la histórica Vía de la Plata, en todas sus posibilidades, supondría devolver actividad a la zona del oeste de la Península, la que más alejada está de las fuentes de desarrollo.
Históricamente ha sido el centro de incontables planes que en realidad no han supuesto avances efectivos. Muchas de las provincias más castigadas por la falta de medios de sostenibilidad de sus formas de vida están en esta parte occidental de España.
El veneno de la emigración que mata a los pueblos desde hace muchas décadas en comarcas tan significativas como las Hurdes extremeñas y la Cabrera leonesa se extiende como una mancha por todo el territorio mientras sus carencias en todos los frentes se mantienen e incluso se agravan.
El ferrocarril de la Vía de la Plata fue suprimido en la década de los 80 por su falta de viajeros. Esa fórmula de entender los servicios en clave de beneficios es una amenaza que no puede admitirse como válida en un Estado social.