Los tractores han adelantado a los bueyes
Las calles de León se llenaron ayer de tractores. Quizá a muchos les llamó la atención la juventud de sus conductores. La verdadera realidad del campo se hizo muy presente, con unas movilizaciones que probablemente han sorprendido incluso a los propios. La nueva generación de agricultores y ganaderos ha apostado por hacer buena la vieja frase de ‘adelantar el carro a los bueyes’. Mientras las asociaciones profesionales del campo miraban el calendario, llegó el tsunami liderado desde Francia que ha puesto en pie de guerra a todo el sector primario en el continente europeo. A nivel nacional, León ha sido pionero al acumular ya tres jornadas de movilizaciones surgidas desde lo espontáneo, a través de los teléfonos móviles, para conseguir una difusión sobre la que cabe incluso la duda de si la alcanzarían las opas.
Las demandas están sobre la mesa. La situación del campo es insostenible. Se han elevado tanto los requisitos en todos los frentes que resulta imposible seguir en el sector. Pero todo este movimiento ha suscitado mucha inquietud. A todos los que de algún modo ostentan poder les gusta tener las cosas controladas. Incluso hay quien ha querido ver ya fantasmas, cómo no, esos que cada día parecen un poco más inevitables. Buscar algún tipo de sospecha política en estas concentraciones resulta tan inútil como empobrecedor. En lo que deberían centrarse las instituciones es en repensar las políticas que han llevado a esta situación.
También cabe un llamamiento a la prudencia. Las movilizaciones, como se ve a las claras en Francia, generan daños a otros sectores, a otros trabajadores, y para evitar el riesgo de que la sociedad les dé la espalda, los líderes de todo esto tendrán que medir los efectos de sus acciones. De momento, parece que se ha entendido su mensaje. El nivel de exigencia que sufren no puede mantener esta tendencia permanente al alza.
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