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Hace no tanto tiempo, la muralla de León era apenas visible. Poco a poco, solar a solar, se han ido dando pasos para sacar a la luz el que probablemente es el monumento más maltratado de la ciudad. El hecho de que los planes urbanísticos contemplen el tramo de la calle Serradores como urbanizable delata un descuido hacia la muralla que cabe extender de manera colectiva a sucesivas corporaciones. Lo llamativo es que no exista unanimidad para liberar ese tramo próximo a la Catedral. En el solar del antiguo restaurante Luisón las cosas no se han hecho bien. Los actuales dueños disponen de una licencia para construir apartamentos turísticos. Eso supondría ocultar el lienzo durante, como mínimo, varias décadas. Parece lógico y exigible que se avance en la supresión de todos los inmuebles que la ocultan. Sorprende que el alcalde José Antonio Diez no se implique en ese fin. Ahora, lo mejor es apostar, en todo lo posible, por la negociación. En otros tramos se ha tardado mucho tiempo. La clave es iniciar cuanto antes una batalla que será larga y compleja.