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Hay máximas que la sociedad debe tener siempre presentes. Una de ellas es la intolerancia frente a la violencia contra las mujeres. Su defensa nos implica a todos. Quizá así debe entenderse la actitud del boxeador Antonio Barrul en un cine de León cuando decidió intervenir para frenar una agresión. Eso explica la oleada de apoyos que está recibiendo. Parece que todos debemos estar de acuerdo en que la violencia no es el camino ante los conflictos. Pero también hay que tener presente que en ocasiones se hace lícito su uso para frenar al abusador. El límite es complejo y más en un momento en el que los nervios, las amenazas e incluso los golpes se suceden. Ahora será la Justicia la que tenga que poner en claro lo ocurrido. El caso no deja indiferente a nadie y sirve de plataforma para múltiples debates que están presentes en la sociedad. Incluido el del nivel de coacción que es posible usar y más en un boxeador experto.