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La vaca parda alpina fue incorporada a la cabaña ganadera leonesa hace algo más de un siglo. El paso del tiempo le otorgó el marchamo de raza autóctona pero ahora plantea serios problemas de supervivencia. La permanente crisis que padece el sector ganadero desincentiva el relevo generacional y provoca un constante goteo de bajas en el sector. Pero existe margen para la esperanza de la mano de los que están convencidos de que tiene futuro y de que es viable apostar por esta raza, por su capacidad de adaptación al medio y por la calidad que tiene su carne. Además, al ser una raza amenazada está dotada de ayudas especiales. En ese contexto que padece contradictorio reside la esperanza. El panorama general es complicado, pero a la vez hay personas como Aida Rodrigo García —Murias de Paredes— y Ana Belén Suárez — Los Barrios de Luna— que sí creen que esta ganadería tiene futuro.