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La larga espera por los nuevos convoyes utilizados en las vías AVE del norte de España estaba cargada de esperanza pero la realidad ha resultado bastante insatisfactoria. Estos trenes tienen la posibilidad de intercambiar la anchura de sus ejes, como ocurre con los Alvia, lo que facilita su uso con continuidad por trazados que no han sido transformados a ancho europeo. Se habían promocionado como un paso hacia adelante para mejorar el servicio que reciben los usuarios. Y lo cierto es que las quejas se suceden. Los retrasos se han convertido en una constante, algo que tampoco resulta sorprendente en el servicio ferroviario español. Y entre las objeciones con numerables las que se refieren al confort de los vagones, y en concreto al exceso de vibraciones y de sensación de traqueteo en un tren que se supone que está dotado de las mejores cualidades para viajar en pleno siglo XXI.