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El proyecto Piso de Aprendizaje se puso en marcha con el apoyo de la Consejería de Industria, Comercio y Empleo de la Junta, pero ha frenado en seco al estrellarse con la realidad. Una realidad incomprensible, que por desgracia en los últimos días se extiende en León: el temor al diferente hace que Amidown, la asociación que atiende a personas con síndrome de Down, no haya conseguido alquilar una vivienda que permita a los jóvenes a los que ha formado independizarse. Nadie quiere ceder su piso a estas personas.

El proyecto les ayuda para resolver con soltura en las tareas diarias, de forma que, con una tutela, puedan llevar una vida lo más autónoma posible. Quizá en este punto también el apoyo institucional es imprescindible, y ha de facilitar el acceso a la vivienda que dé sentido a todo el proyecto. No puede ser que una iniciativa como esta se quede varada en el desinterés general.