Diario de León

La moción de los equilibrios políticos

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La Diputación Provincial de León tendrá que realizar una solicitud institucional al Gobierno central y a la Junta de Castilla y León para iniciar un proceso de segregación de las provincias de León, Zamora y Salamanca —Región Leonesa— del resto de Castilla, a tenor de un juego de equilibrios políticos que ha logrado que ni un solo diputado provincial haya roto la disciplina de voto de su partido en el Pleno desarrollado ayer. La petición de una autonomía propia para León —tantas veces buscada, tantas veces perdida— ha logrado que UPL, con tres diputados, haya sometido al grupo socialista para que vote a favor de su moción y desoír el leonesismo útil propugnado por el PP y ahora por Vox.

Los socialistas mantendrán ¿el poder? en la institución provincial gracias a la renuncia de algunos de sus diputados a contrariar el voto emitido previamente en su municipio. Todo por hacer mayoría.

Ahora ya la han vuelto a acordonar. Y toca seguir adelante. ¿Cómo? Revisando la gestión que, juntos, han realizado durante los últimos meses. Revisar y juzgar su eficiencia. Porque al margen de haber mantenido una gobernabilidad plácida desde el 20 de mayo del año pasado, existe la percepción social de que los recursos que dependen de la Diputación llegan tarde. Es el caso de las contrataciones de campaña, ya sea de esquí o para mantener las piscinas municipales. Tendrán que reexaminar también si los plazos de los planes anuales se cumplen ahora que la institución sostiene haber liquidado 176 millones de euros en remanentes. El Pleno de ayer ha sido un retrato tosco aunque con las actitudes propias de una democracia sigilosa en la que, cada vez más, los políticos despiertan alarma sobre su imprevisión. Un día antes de las votaciones, nadie se atrevía a cerrar su quiniela ante la división que sigue resquebrajando las entrañas de los propios grupos políticos. Ni tampoco nadie imaginaba que, curiosamente, ninguno de los portavoces del PSOE y del PP defendieran ayer sus respectivas mociones, sino que tuvieron que recurrir a segundos espadas, más previsibles, que proyectaran un denominador común imposible: la fusión de los postulados leonesistas con el ADN centralizador de los dos grandes partidos. Por las reacciones, el camino parece infinito.

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