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Más de un millar de personas en el último año eludieron en la provincia el ingreso en prisión gracias a las fórmulas alternativas de cumplimiento de la condena a privación de libertad. Que sólo se salda con programas de trabajo en beneficio de la comunidad, y con el seguimiento de planes estrictamente regulados y vigilados de formación y reintegración social. Es una forma de saldar cuentas con la justicia y con la sociedad que se ha disparado en los últimos años, por varias razones. Entre ellas, los cambios en la legislación en los que se valora que conllevan pena de cárcel delitos que antes no tenían la consideración de especialmente graves. Sobre todo los que tienen que ver con imprudencias en cuestiones de seguridad vial y los que están relacionados con la violencia de género.

Mucho han cambiado las exigencias penales en estos dos aspectos en los últimos años, y con ellas las condenas que se imponen a los infractores. Bien está, sin embargo, que se articulen cada vez en mayor medida, y con mayor eficacia, medidas penales que pasen por la reeducación y el servicio a la sociedad, antes de por un ingreso en las prisiones que no siempre es la mejor alternativa. Concienciar y reintegrar es un esfuerzo siempre rentable en términos sociales.