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Con el turismo despuntando y la hostelería como referente, León se enfrenta a un verano complicado para sacar adelante la demanda de trabajadores para el sector, una sequía que afecta en general a todo el país y que puede arruinar una buena temporada. Sin ir más lejos, las estimaciones de la Asociación de Hostelería de León apuntan a que serían necesarios un millar de camareros para hacer frente a la campaña. El sector, de hecho, se llega a conformar con empleados sin experiencia dado que los veteranos están fichados y que los jóvenes que salen de la Escuela de Hostelería acaban su formación prácticamente con un contrato bajo el brazo. Detrás de esta falta de personal está la mala fama de un trabajo exigente y con horarios incómodos aunque, salvo excepciones, los hosteleros defienden los salarios y las condiciones porque, aseguran, de sus trabajadores depende el futuro de su negocio. Lo que queda claro es que no es un ámbito laboral llamativo para los jóvenes pese a que el 90 por ciento de los empleos del verano se puede consolidar tras la época estival. No queda más camino para salvar la situación que hacerlo más atractivo, con mejores condiciones que alejen de la hostelería el fantasma de la precariedad.

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