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El Ayuntamiento de León dispone desde ayer de un protocolo para facilitar las denuncias de sus funcionarios sobre las situaciones irregulares que detecten. La noticia es sin duda positiva, pero llega marcada por la circunstancia de que se convierte en una prueba más de la pobre gestión que existe en esta institución por parte del equipo que dirige José Antonio Diez. Hace más de un año que el Ayuntamiento, cumpliendo lo previsto por la ley, tendría que haber contado con esta fórmula de autocontrol interna que pretende evitar los casos de corrupción. La administración pública tiene que ser exquisitamente celosa sobre el control de sus órganos para combatir a los que se aprovechan de sus cargos. Parece que un asunto tan importante tendría que haber recibido más prioridad en León.