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Los fondos Next Generation son una oportunidad histórica que España no está gestionando de una manera adecuada. Se habla mucho del retraso en la tramitación, y especialmente en el caso de las obras públicas. Pero el problema va más allá. En el plano privado, hay líneas de ayuda para mejorar la situación energética de los edificios y el desconocimiento en la sociedad es prácticamente absoluto. Las culpas, al parecer, las comparten el Gobierno central y las autonomías. No han sido capaces de promocionar de una manera adecuada como acceder a unas inversiones que incluso llegan al 90% del gasto necesario en el inmueble. Para territorios como León supone una pérdida fundamental para poder restaurar un parque inmobiliario muy envejecido, pero también para generar actividad en forma de obras que animarían la construcción, uno de los sectores más activos a la hora de generar empleos.