Diario de León

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Los interminables problemas del caótico servicio ferroviario del país parecen no hacer mella en el ministro de Transportes. Óscar Puente considera que no son ni responsabilidad suya ni de Renfe. Más de 500 incidencias sólo desde mayo y la desesperación de la ciudadanía parecen importar poco al vehemente ministro, que asegura que está deseando acudir a sede parlamentaria (como desde hace semanas le exige la oposición) para dar cuenta «con calma» de cuanto está pasando con los trenes. Calma es lo que no se puede pedir más a los viajeros. Ni más sangría económica a la compañía ferroviaria pública (42 millones de euros en indemnizaciones el año pasado). Aunque para esto Puente sí ha encontrado solución: el compromiso de puntualidad es un «suicidio económico», así que no puede mantenerse. De soluciones no ha hablado aún. ¿Esperará al ring parlamentario para desvelarlas?

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